lunes, 3 de julio de 2017

LA CARRETERA.





No es el viaje, sino el camino.
El corazón no sabe reconocer a un adiós
que se alimenta de kilómetros
una y otra vez en el transcurso de una vida.

Si parpadeo, puedo imaginar tu silueta
agitando la mano,
evitando las lágrimas.
Mi reloj, carente de manecillas,
surca un tiempo a golpe de tacógrafo.

Mil ausencia en infinitas noches,
aunque el hogar lo lleve dentro,
iluminando la oscuridad de mi cabina.

Sé el valor de la injusticia,
conozco lo que puedo dejar en la cuneta.
Sé las señales
de esta inacabable carretera,
que a fuerza de intereses de unos pocos,
y de no hacernos oír,
me aleja de ti
y hacia ti, me devuelve.



Luisa Sempere.




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