Hacía mucho tiempo que en un país como
el nuestro, no se conseguía tumbar un decreto ley aprobado por el Parlamento.
Hacía mucho tiempo que en este país la gente no conseguía ponerse de acuerdo
para algo tan importante.
Por eso hago este escrito.
En primer lugar, debo felicitar a un
colectivo como el de los estibadores, porque es evidente que han conseguido
todo por lo que estamos luchando día a día desde nuestra plataforma, es decir,
una unión férrea, con una fuerte conciencia de clase que les ha dado la fuerza
suficiente como para presionar con la huelga. Y lo han conseguido, sí señor.
Han sido capaces de tumbar al mismísimo Gobierno, a la Patronal y a las
Multinacionales que se iban a beneficiar por la presión de UE para la
liberación de los puertos.
La respuesta de estos estamentos ha sido
clara y fulminante al sentirse incapaces de encauzar la situación en su
beneficio, como siempre suele ocurrir. ¿Y cómo lo han hecho? A través de unos
medios de comunicación que están al servicio y al amparo del más fuerte. Se han
encargo de transmitir el mensaje que siempre se suele utilizar para la
manipulación a favor de sus intereses: el miedo. El intenso temor a tener que
aguantar las represalias, que en este caso tiene un nombre, bueno más que un
nombre, tiene una cantidad a pagar en forma de multa. ¿De qué otra forma si no
podrían quitarnos el sueño?
De todas formas, no quiero terminar sin
mencionar un punto muy importante y que llevamos años arrastrando. Todos
conocemos la mala relación que existe en algunos casos entre el gremio de los
estibadores y el nuestro, el de los transportistas.
Pienso que ha llegado el momento en el
que debemos darle la vuelta a la tortilla.
Con esto quiero decir que si desde siempre
han existido problemas entre los dos gremios, que por cierto no han beneficiado
a ninguno de los dos, es la hora de que cambiemos esta situación.
Es la hora de la unión, porque considero
que nuestros enemigos son los mismos y ya que hemos visto que lo que propone
nuestra plataforma, que es ir todos a una, puede funcionar.
Entonces, ¿qué nos
impide hacerlo?