En los últimos tiempos, la afluencia al mercado de los denominados “operadores de transporte”, entre los que existe una variada panoplia de empresas y entidades, unas veces sin relación clara y directa con el transporte de mercancías por carretera y otras siendo transportistas de renombre, se ha incrementado de forma exponencial.
A tenor de sus actuaciones, en muchos casos y salvo excepciones concretas y honrosas, la ética y la estética brillan por su ausencia en sus comportamientos frente a los verdaderos transportistas.
Entran en el mercado como auténticos tiburones, con una política arrasadora en cuanto a precios se refiere, ofreciendo bajadas espectaculares y temerarias de los mismos, en porcentajes que oscilan entre el 15 y el 20 por 100 sobre unos precios ya de por sí depauperados, a causa de la crisis. Ellos jamás pierden, juegan siempre a caballo ganador porque, en no pocos casos, estos operadores ni siquiera cuentan con un solo camión para
dar servicio a sus cargadores. Se limitan a subcontratar las cargas
conseguidas, procedentes de los mercados más diversos, a la parte más
débil del transporte, a los autónomos y a las pequeñas empresas quienes, llevados por la desesperación, no pueden sino aceptar sus humillantes condiciones.
Por muy legales que puedan ser las
prácticas que realizan, no por ello dejan de resultar aberrantes y en
extremo perjudiciales para los intereses de nuestro sector y, a la
postre, para ellos mismos, puesto que este “chollo” de la subcontratación
acabará reventando más pronto que tarde y así terminará el expolio
moral y económico que se está produciendo contra nuestras empresas. Poco
les importará, no obstante, pues fijarán su vista en otras víctimas de
otros sectores. Pero aquí, quede claro, no los queremos.
Toda acción genera una reacción. Si la primera es, como ahora, contundente por parte de los operadores de transporte,
la segunda devendrá en una reacción más fuerte y enconada por quienes
sufren sus abusos que, muy probablemente, nadie querrá ni podrá
controlar, porque además será justa.
Las actitudes, por otra parte, de nuestros clientes los cargadores,
reacios a entablar negociaciones serias en asuntos tan trascendentales
como los periodos de pago y la limitación de la cadena de
subcontratación, con la “acción directa” como asunto ineludible; su determinante oposición a eliminar el “pacto en contrario”; su rechazo a la cláusula de revisión de los precios en función de los costes del combustible
o su presión para la instauración de las 44 toneladas en Cataluña, por
destacar algunos aspectos, no contribuyen precisamente a suavizar este
clima de perpetua tensión con sus proveedores, los transportistas. Su
posición de dominio en el mercado se acentúa cada día en la negociación
de los contratos, escritos o verbales, qué más da, si a la postre son
papel mojado, tal es la debilidad de su oponente, el transportista. Digo
“oponente”, cuando en realidad debería ser un estrecho “colaborador”.
Quiero mencionar, además, la que en mi opinión es una actuación cuando menos equivocada o mal enfocada, de la Comisión Nacional de la Competencia.
No es que esté en desacuerdo con la filosofía y los principios que
animan la labor de esta institución, pero debo señalar que se yerra en
el “tiro”, porque jamás los transportistas ni las asociaciones hemos concertado precios, entre otros motivos, porque resulta prácticamente imposible pactar nada que no sea “a la baja” en cuestión de precios con
nuestros clientes, los cargadores y mucho menos con los operadores.
Bien haría, en cambio, este organismo en investigar y atajar las
situaciones de dominio absoluto que se están produciendo, por parte de
determinados operadores de transporte y no pocos cargadores, que son los que están destrozando las reglas del mercado y de las buenas prácticas.
La situación general del sector ha
alcanzado tales extremos, han desaparecido tantos miles de empresas de
todos los tamaños, que aún no logro entender cómo es posible que
operadores de transporte y cargadores no tengan, no sólo la intuición,
sino la certeza de que de continuar la actual destrucción de
empresas, en un breve lapso de tiempo ya no habrá quien les preste los
servicios que precisan porque, simplemente, el transporte, tal y como lo
conocemos, habrá muerto.
No quiero terminar este escrito sin hacer una llamada a las Administraciones Públicas.
Antes de nada quiero decir que no soy, evidentemente, tan ingenuo como
para pensar que los poderes públicos tienen en sus manos la solución
definitiva, porque también nosotros tenemos parte de culpa.
No obstante, a ellas les compete instaurar una normativa y una inspección eficaces contra las malas prácticas y los abusos. Conocen, personalmente me consta, perfecta y sobradamente no sólo nuestros problemas, sino los de toda la cadena del transporte.
Saben dónde están las llagas y los remedios para curarlas. Tienen
herramientas vitales para corregir entuertos, como ahora con la próxima modificación de la LOTT.
Conocen las particularidades de todas las partes y saben cómo propiciar
el diálogo, antes de que sea demasiado tarde, antes de que nuestra
maltrecha economía y nuestra sociedad padezcan situaciones
irreversibles.
Quiero y deseo con todas mis fuerzas confiar en que aún puede producirse un retorno a la cordura;
sigo creyendo en la voluntad de diálogo constructivo e inmediato, de
prácticamente todas las partes. Y sé también que la Administración está
haciendo un denodado esfuerzo, pero el tiempo se acaba y es preciso no vacilar, poner toda la carne en el asador, sin ambages ni medias tintas. Con los “tiburones”, en cambio, todos sabemos lo único que se puede hacer para que no nos devoren.
Firmado,
Ovidio de la Roza
Presidente de CONETRANS
Presidente de CONETRANS
Os paso la carta que le mandamos el Colectivo de mujeres de transportistas a Don Ovidio de la Roza
Sr. Ovidio de la Roza :
En primer lugar presentarnos: Somos un colectivo de mujeres
de transportistas autónomos de diferentes comunidades y distintos sectores del
transporte. Totalmente conscientes del momento que atraviesa nuestro país,
En segundo felicitarle, por lo bien que explicó la
problemática del sector, nos ponemos en contacto con usted, a raíz de la
publicación de su carta abierta, dirigida a las administraciones y a los
operadores de transporte
Como bien sabe los transportistas españoles no pueden parar
la rueda del camión, ya que es ruina segura para nuestras familias y por ese
motivo nos ponemos nosotras en contacto con usted.
Como españolas y como mujeres de estos profesionales no
podemos seguir callando y dar la espalda a la realidad que estamos viendo y es
que los camioneros en nuestro país están atrapados en un sistema corrupto,
plagado de señores que desde sus despachos viven la problemática del sector muy
cómodamente, mientras los transportistas van desapareciendo uno a uno, sin que
nadie mueva un dedo, malviven en la carretera y encima tienen que hipotecar sus
vidas y las de sus familias, todo esto para poder mantener su trabajo.
Esto Sr Ovidio roza
la esclavitud y en el 2013 no se puede ni se debe permitir.
·
Hemos pedido ayuda al Ministerio de Fomento, al
Defensor del pueblo y muy educadamente se han excusado diciéndonos que están en
contacto directo con los transportistas
·
Hemos asistido a reuniones de agrupaciones de autónomos del transporte y de
sindicatos, para comprobar de primera mano cómo se trabajaba por defender el transporte
y la verdad es que tienen muy buenas palabras y están bien preparados, pero
como bien sabrá usted las cosas de despacho van despacio y los transportistas tiempo es lo que no tienen.
Si siguen haciendo oídos sordos los que gestionan el sector, seremos miles de familias, las que nos veremos
obligadas a perderlo todo después de toda una vida trabajando.
·
Necesitaríamos saber si le contestaron a sus
peticiones y dónde podríamos acudir para
denunciar la situación de desamparo en la que se encuentran.
Le pedimos todo esto porque usted es el
encargado de transmitir la situación real del sector y queremos creer que como
camionero sabrá el respeto que se merecen estos profesionales, muchos de ellos
necesitan ayuda urgente.
Muchas
gracias por su atención